Bruja del hogar o fogón, protectora del fuego doméstico que trae bendiciones

Una bruja del hogar o fogón (en inglés, hearth witch) es una clase de bruja doméstica, hermanada con las brujas verdes y de cocina, gracias a sus prácticas de magia cotidiana y hogareña con las brujas verdes y de cocina. La diferencia principal es que este tipo de  bruja toma como concepto central de su práctica mágica el hogar (entiéndase hogar como fogón, chimenea, y también como el corazón de la casa). Ella funge como protectora del fuego doméstico, fuego que en la antigüedad significaba la principal fuente de calor para la casa, el elemento necesario para cocinar los alimentos que nutren a los seres queridos y que garantizaba el buen funcionamiento doméstico. Ésta era una tarea realmente importante, por ello la bruja guardiana requiere de gran madurez espiritual, amor, generosidad, preparación y un alto sentido de responsabilidad.

 
Actualmente, el hogar o corazón de la morada es un espacio simbólico de la espiritualidad de sus residentes, y es considerado sagrado. En él, la bruja interectúa con lo divino, cobijada por la intimidad de su casa: realiza actividades tales como la meditación, la oración, el ritual y trabajos mágicos de protección y bendición. Además, aquí, convive armoniosamente con la familia y amigos más cercanos. Por tanto, este sitio está dotado de una positiva y muy poderosa energía que se expande a todos los rincones de la vivienda y toca a las personas.

 
El corazón de la casa de esta bruja es un reflejo de su mundo interior. Generalmente, aquí se coloca un pequeño altar con elementos significativos y que dan la sensación de calor y unión familiar. Gracias a la decoración y el símbolismo de los objetos presentes, se manifiesta la energía, gustos e intereses de los moradores. El cuidado de ese sitio tan importante es tomado por la bruja como una actividad espiritual: Su decoración es entendida como una forma de crear bienestar. Su limpieza y orden tienen connotaciones de purificación y armonía. Cada objeto ahí posee un valor sentimental y un propósito, y no necesariamente deben ser de carácter religioso. Basta con que represente algo para la bruja y los suyos. Por tanto, su colocación debe ser resultado de una profunda reflexión.

 

La bruja del hogar reconoce como sagradas las actividades del día a día; aprecian constantemente la bendición de cuidar y mantener su hogar. A diferencia de otras brujas domésticas, ella centra su culto en una deidad, particularmente en diosas relacionadas con el fuego, la familia o con la alquimia gestada en el caldero (de hecho, la bruja del hogar siente gran afinidad por las calderas, las cuales son uno de sus emblemas). Algunas deidades femeninas de diferentes panteones, que las brujas del fogón honran, serían: la griega Hestia, la romana Vesta, la celta Bridgid, la egipcia Bastet, la nórdica Frigg, la mexica Chantico, por mencionar algunas.

 
Conectada con el corazón de su casa, respetuosa de esa santidad que lo rodea, y conocedora de la magia más primigenia, la bruja del fogón alimenta cariñosamente al fuego protector a la vez que revuelve su caldero.

Crédito de autor: Alanna Luna

La bruja popular, guardiana de la magia inmemorial de su pueblo

Entre las practicantes de los diversas corrientes de brujería tradicional, se encuentran las denominadas brujas folclóricas o populares. El término «bruja popular» (del inglés, folk witch) designa a aquellas practicantes de un sendero que busca recuperar y reconstruir un tipo de magia ancestral que no precisa de características ceremoniales y, en cambio, privilegia la sencillez, la practicidad y los elementos socioculturales del grupo étnico que la cultiva. Esta magia pertenecía a la cultura y sabiduría de los pueblos antiguos y fue denominada como la oración de las brujas. Era utilizada para bendecir los hogares y campos, proteger a las personas, atraer prosperidad, felicidad y amor, así como para remediar males físicos y espirituales. Esta magia sería la que después se transformaría en leyendas y supersticiones, y estaría ligada a la imagen típica de la bruja.

Las brujas populares conciben la magia como algo completamente natural, que está presente en toda la creación y que puede ser perceptible por todas las personas. Entre sus actividades, se encuentran la meditación y visualización para enfocar su mente, el trabajo energético y la comunión con espíritus de la zona. Como ya se ha mencionado, la magia de este tipo de bruja es generalmente de carácter práctico y se halla destinada a hacer frente a los problemas de la comunidad.

Un aspecto que diferencia a la bruja popular de otras, es el uso de ingredientes simples, fácilmente conseguibles en cualquier despensa, y de rituales poco complicados. Con respecto al empleo de los recursos, la bruja popular es similar a una bruja de cocina o una bruja verde. Lo que la diferencia es que busca activamente el conocimiento y la práctica de lo tradicional de su pueblo en sus trabajos mágicos. En el Arte de la bruja popular, el ingenio y la flexibilidad son fundamentales. De ese modo, la bruja folclórica se acerca a la magia bajo el supuesto de que los ingredientes, herramientas, calendarios y horarios, y otros elementos de un hechizo o ritual no necesariamente son un réquisito y su ausencia no impide la realización del quehacer brujeril.

Sus fuentes de conocimiento son tanto las lecciones familiares como documentos diversos: antiguos tratados mágicos y herbarios, libros de cocina, transcripciones de los juicios de brujas, libros de antropología y sociología sobre tradiciones populares, incluso cuentos regionales. Así, un rasgo característico de las brujas populares modernas es su sólido conocimiento bibliográfico de la magia practicada por el común de la gente en antaño.

Por último, ser una bruja popular no significa una restricción para seguir otros senderos de la brujería. Tampoco significa que se deba profesar una religión o venerar a una deidad en particular. Ni que se deba pertenecer a un grupo étnico necesariamente eurocéntrico. Por tanto, es una visión y una práctica dotada de mucha libertad y creatividad, indispensables para la supervivencia de la bruja popular. Después de todo, ella ha sobrevivido a siglos de persecución, adaptándose a sus circunstancias y preservando su tradición para las generaciones futuras.

Crédito de autor: Alanna Luna

Male witches (brujos, brujas varones u hombres brujas)

Cuando se utiliza el término «bruja», la mayoría de la gente tiende a pensar en una mujer.  Esto sucede debido a que, por lo general, la participación femenina predomina en el Arte de la brujería; o bien, porque se tiene la creencia de que la naturaleza cíclica, creadora y sensible de la mujer, dota a ésta de un poder especial que se relaciona con la magia. En palabras de Jules Michelet, se explicaría porque: «‘La Naturaleza las ha hecho hechiceras’ Es su propio genio, su temperamento femenino. La mujer nace ya hada. En los períodos de exaltación, que se suceden regularmente, se convierte en Sibila. Por amor, en Maga. Por su agudeza, su astucia (a menudo fantástica y bienhechora) es una Bruja hechicera que atrae la buena suerte, o, por lo menos, alivia las desgracias». Por otro lado, la tradición cultural Occidental, influenciada por el pensamiento del cristianismo, ha creado el estereotipo de la mujer bruja con su asociación de la brujería, la maldad y lo femenino, (recordemos que solía decirse que por un brujo, existían miles de brujas), como bien consta en los diversos manuales que datan de la época de la Caza de brujas.

Actualmente, al hablar de brujas, se le da mayor orientación al aspecto femenino como acto reivindicatorio para todas las sabias que fueron perseguidas y asesinadas en el pasado. Sin embargo, no debe ignorarse la existencia de hombres que cultivan y han realizado increíbles aportaciones a la Brujería moderna. Tampoco debe fomentarse la creencia de que las brujas profesan una especie de animadversión contra los hombres. Esto no es verdad, puesto que una bruja (del género que sea) sabe la importancia de la equidad entre ambos sexos y el equilibrio entre lo femenino y lo masculino en la propia psique.

La palabra «bruja» no corresponde a una definición de género. Es decir, una bruja puede ser hombre o mujer. El género no limita su quehacer. En la Brujería, existen tradiciones de todo tipo. Algunas son practicadas por mujeres exclusivamente. Mientras que otras sólo son cultivadas por varones. Unas más tienen grupos mixtos. Así, el camino de la Diosa y el Dios no excluye al hombre de ninguna manera. Al contrario, lo contiene y ve en él un precioso hijo que contribuye al balance gracias a su particular energía, don, capacidad y forma de interpretar el mundo.

En su libro La Danza en espiral, Starhawk ha dicho que «reclamar la palabra ‘bruja’ es reclamar nuestro derecho, como mujeres, a ser poderosas; y como hombres, a conocer el aspecto femenino interior como divino».  Por su parte, Jean Sinoda Bolen, ha afimado que «Algunos hombres excepcionales pueden llegar a ser brujas, los que tienen compasión, sabiduría, humor y no están supeditados al poder».

Probablemente en nuestro idioma, parece extraño denominar a un hombre como bruja. Pero algunos lo prefieren así, en lugar de ser llamados brujos, por las connotaciones negativas que tiene ese vocablo (por ejemplo, a veces se liga al brujo con el satanismo). En este caso, el género de la palabra pasa a un segundo plano, para privilegiar el nivel semántico, el de la significación. Algo similar ocurre en inglés: los varones utilizan la palabra ‘witch’ también, pues argumentan que ‘warlock’, ‘wizard’, ‘magician’ o ‘sorcerer’, no expresan exactamente lo que son. No se sienten identificados. De hecho, ser llamado ‘warlock’ se considera un insulto, algo despectivo, ya que significa «oath breaker» (traidor al juramento, perjuro o mentiroso). En algunas tradiciones de Wicca, sí hay una diferenciación génerica: La palabra «wicce» (pronunciada wik-kay) designa a la mujer y «wicca» (pronunciada wik-kah) al hombre. Pero, generalmente, se utiliza ‘witch’ para ambos casos. A menos, claro, que se desee precisar el género y se opta por el término «male witch».

Un brujo/hombre bruja es aquél que está conectado con la Tierra y profesa un enorme amor y respeto por ella.  Es aquél que escapa a las presiones socioculturales y construye para sí mismo una masculinidad libre y sana, la cual le permite expresar sus emociones, establecer relaciones equitativas con sus semejantes y tener una vida plena. Es aquél que sigue su intuición, busca la sanación, y cuya energía recuerda lo indomable del sol. Es un sabio, un creador y un transformador que usa su poder para traer bendiciones a este mundo.

Crédito de autor: Alanna Luna/Andrea Olson

Bruja de cerco, un espíritu libre que camina a través de los mundos

Brujas verdes, brujas de cocina, pero ¿qué hay de las llamadas brujas de cerco? Es un concepto que realmente me sorprendió la primera vez que supe de él. El término es una traducción de la palabra anglosajona moderna «hedge witch», misma que probablemente se deriva del vocablo sajón que designaba a las brujas «haegtessa» (jinete del cerco). También se les conoce como viajeras nocturnas, jinetes de bastón, caminantes en el viento o brujas en el aire.

Las brujas de cerco práctican un tipo de brujería tradicional que se encuentra muy cercano al chamanismo: comparten el amplio conocimiento herbolario, técnicas de meditación, adivinación o de sanación natural, al igual que la reverencia, la comprensión y el amor profundos por la naturaleza.

Las brujas de cerco son prácticantes solitarias o que comparten únicamente con sus familiares cercanos. No centran sus actividades en aspectos ceremoniales como sí lo hacen las seguidoras de otras tradiciones. Por tanto, no acostumbran realizar trabajos mágicos con gran formalidad, sino que optan por prácticas más simples de magia natural, que privilegian la libertad, la espontaneidad y el sentimiento del momento.

Una característica que define por excelencia a las brujas de cerco es que siguen su instinto, así que no hay una única visión de la tradición. No siguen los preceptos de una religión organizada. Su tradición es transferida oralmente por la familia y perfeccionada por la experiencia propia y la investigación. Cada bruja se relaciona con la vida, la naturaleza, la divinidad y la creación sin seguir un canon determinado, es decir, de forma distinta a la de otros. Asimismo cultiva su espiritualidad y establece su código de ética personal. Esta ética suele basarse en la idea de únicamente «hacer o tomar lo que se necesita» y «conocerse a sí mismo». Dada tal característica, la práctica espiritual diaria de una bruja de cerco se adaptará a sus habilidades individuales, intereses y estilo de vida.

Otro aspecto distintivo es su concepción de la magia: para una bruja del cerco la magia es parte de la vida siempre; no sólo se trata de hechizos, rituales y pociones realizados en una fecha determinada. La magia está en cada una de las pequeñas cosas de la vida, en la belleza existente en cada aspecto de los mundos.

En su quehacer, no utilizan herramientas sofisticadas (buscan en éstas sólo la practicidad y utilidad). Por lo que es común que sean fabricadas a mano por las brujas mismas o heredadas de sus parientes. Son brujas que trabajan con lo más básico como una manera de retornar a las raíces esenciales de la brujería. Para ellas, es importante no distraerse en aspectos decorativos y, por causa de ello, olvidar lo que simbólicamente representan esos objetos. Además, piensan que una herramienta más sencilla permite conectar mejor con las fuerzas de la naturaleza.

Generalmente, una bruja de cerco realiza su trabajo mágico en lugares silvestres o rurales. Aunque no es un requisito que vivan cerca del bosque, en granjas o áreas similares. Buscan que su tradición sea funcional y adaptable a sus necesidades, por lo que concilian bien las viejas costumbres con las de la vida moderna. En todo caso, lo importante para ellos es acudir a la naturaleza cuando sientan que es propicio o necesiten recolectar hierbas, flores o rocas. Por cierto, al hacer sus rituales, suelen no trazar el círculo pues consideran que todo lugar es un templo sagrado y no es necesario crear espacios de protección adicionales.

Las brujas de cerco son realmente respetadas por sus comunidades. Desde las fronteras de las poblaciones, suelen ayudar a sus vecinos fungiendo de curanderas, parteras, chamanas o sacerdotisas que bendicen los campos y el ganado. Ofrecen remedios para males físicos y espirituales, hechizos de protección y amuletos, incluso, algunas también venden pequeñas maldiciones. Por ello, despierta cierto temor o suspicacia.

El tema de las maldiciones y otro tipo de magia oscura es delicado en cualquier sendero. Igualmente en la brujería del cerco.  Algunos de sus cultivadores ven en los actos de bendecir y maldecir una relación con el equilibrio o como un método extremo para generar cambios: A veces, para sanar es necesario enfrentar a alguien con una experiencia dolorosa. A veces un aparente daño conduce a la sanación. Sin embargo, el uso de maldiciones no es indiscriminado; se requiere de profunda reflexión y un examen ético de las circunstancias. De ninguna manera significa causar una afectación por mero placer. Y eso lo sabe la propia bruja.

Las brujas del cerco son llamadas de este modo ya que viven sobre la frontera que separa los mundos. En el pasado, las poblaciones rurales tenían cercos de setos que marcaban los límites por donde era seguro transitar. El concepto de seto/cerco en un sentido espiritual/mágico deviene de tradiciones europeas, (especialmente británicas). Antes, los setos o cercos eran cultivados con muchos cuidados porque representaban la protección del hogar/comunidad y un refugio ante lo desconocido. Las brujas que siguen el sendero basan su práctica en el folclore y las tradiciones de los celtas, pueblos nórdicos, romanos, griegos, por mencionar algunos.

Las brujas transgredían el límite impuesto por el seto, a diferencia de la mayoría de la gente que no se iba lejos de su tierra natal por temor a sufrir un ataque de animales salvajes, o bien, extraviarse en el bosque. En esa época, era sumamente peligroso aventurarse más allá de la cerca, la cual se convirtió en una metáfora de la frontera entre los diferentes planos; entre lo civilizado y la naturaleza indomable, desconocida y temible. Sin embargo, la bruja o jinete del cerco podía viajar entre esos mundos, sin problema, para ir en busca de sabiduría, consejo, instrucción o inspiración. De hecho, el corazón de su trabajo es cruzar el umbral y completar el viaje hacia el Otro mundo. Es una habilidad que consideran nata en ellas, pero requiere a la vez dedicación y experiencia.

Al conocer técnicas chamánicas (como el empleo de tambores y ungüentos, o la meditación), las brujas del cerco se inducen estados alterados de conciencia que les permiten colocar un pie en este mundo y otro en el lado contrario. De ahí que se les llame también andadoras de los mundos. Las más experimentadas son capaces de encontrar los «lugares finos» (llamados en gaélico «caol ait»), puntos en los que sutilmente se unen ambos mundos, además de que pueden abrir puertas de acceso, sin necesidad de esperar la llegada de algún sabbath.

La bruja del cerco se encuentra en contacto con la luz y las sombras, la vida y la muerte, la realidad y el sueño, el espacio humano y el de los espíritus. Se puede interpretar entonces que buscan el equilibrio y su cosmovisión de las cosas no se reduce a dos polos, a un maniqueismo. Tal vez por esa causa, se dice que prefieren los puntos grises de la vida. No niegan o rechazan el aspecto oscuro del ser humano, sino que lo enfrentan y trabajan con él a fin de transmutarlo en energía luminosa.

Aunque, como se mencionó antes, no existe un código moral oficializado para todos, las brujas del cerco coinciden éticamente al menos en las siguientes pautas: 1) El conocimiento de uno mismo. 2) La responsabilidad por uno mismo y las propias acciones, palabras, pensamientos y sentimientos. 3) La aceptación de las consecuencias que existen en todo acto. 4) La pertenencia a la naturaleza. 5) El respeto por las lecciones y la historia de los ancestros. 6) La búsqueda de la verdad. 7) La aceptación de que todo tiene su complemento (no puede haber luz sin oscuridad, y viceversa). 8) La necesidad por conocer de todo y así formar su propia concepción de las cosas o elegir la forma de trabajar la magia. 9) La necesidad de lo práctico.

Una bruja de cerco trabaja con los espíritus de la tierra, con los astros, con sus ancestros y las almas de los difuntos. Establece una relación especial con ellos, una relación de colaboración y compañerismo. En el caso de los muertos, los guía para finiquitar sus asuntos mundanos y alcanzar la paz. Y ayuda a quien se lo pida a establecer una conexión con los espíritus.

Algunos libros que pueden servir de introducción al camino de la bruja del cerco, son: La bruja solitaria, de Marion Green; Brujería salvaje y Brujería Natural, de la misma autora; La bruja del cerco, y El camino de la bruja del cerco, ambos de Rea Bet; La bruja del cerco, de Silver RavenWolf, entre otros. También hay artículos disponibles en la red, escritos por brujas de cerco, que pueden ilustrar mejor su forma de vida y creencias. Sin embargo, si alguien desea profundizar en este sendero, una de las experiencias mayormente enriquecedoras es consultar a las propias brujas del cerco. Nadie mejor que ellas pueden contarte sobre cómo viven su camino brujeril.

Crédito de autor: Alanna Luna

La bruja de cocina, cultivadora de la magia sencilla y ancestral

Antes hemos hablado del concepto de bruja verde, el cual hace referencia a la persona que cultiva una de las tradiciones de brujería natural al utilizar el poder de las plantas y su conexión con la Tierra para su arte. Ahora es turno de conocer un poco acerca de las ya famosas brujas de cocina. El término no deja espacio para la duda, pues,en efecto, este tipo de bruja hace de su cocina el espacio ideal para la magia. Pero, su trabajo va mucho más allá de la simple preparación de guisos o pociones en un caldero. Alejada del estereotipo, la bruja de cocina centra su práctica mágica en las labores de la vida cotidiana. De acuerdo con su filosofía, su espiritualidad, sacerdocio y magia se sustentan en la creencia de que su espacio vital (su casa o lugar de trabajo) es su templo y cada una de las acciones que emprende forma parte de un ritual que honra a la divinidad. Una bruja de cocina es tan sensible que encuentra lo sagrado en lo mundano y lo honra de manera sencilla, pero muy significativa. Así que atesorará los placeres y enseñanzas que las actividades diarias traerán consigo.

El camino de esta bruja es un sendero espiritual que hace honor a la Diosa en muchas formas, aunque la transformación de la materia es la más característica. La bruja de cocina convierte su hogar en un espacio mágico, siempre bendecido, donde todo es posible, donde se halla el descanso y la sanación. Uno de sus principios es que la comida es sagrada y vivificante; una ofrenda de amor y una expresión de prosperidad. De ahí que dedique su tiempo y esfuerzo mayormente a cocinar.

La brujería de cocina suele ser una práctica muy íntima, casi solitaria, además de autodidacta. Sin embargo, siempre cuenta con el respaldo familiar. Las madres enseñan a sus hijas y así los conocimientos son heredados de una generación a otra. Los objetivos de este tipo de brujería son la protección, la armonía doméstica, el bienestar de los seres queridos y la demostración de gratitud y respeto a los dioses por las bendiciones recibidas. Las herramientas corresponden a los típicos utensilios de cocina, mientras los ingredientes son naturales y han sido elegidos ya sea intuitivamente o en concordancia con influencias planetarias.

La bruja de cocina hace posible la magia con platillos y bebidas creativos (que siempre atienden a las propiedades mágicas y medicinales de los ingredientes, y simbolizan la alquimia transformadora y nutritiva que facilita la vida en el planeta); con los productos de limpieza (que suele elaborar con recetas caseras a base de hierbas y flores); con la decoración y la elaboración de artesanías o de manualidades; con rituales con escobas y el cuidado del jardín, entre otras cosas. Por tanto, puede decirse que la bruja de cocina es elemental y recupera las raíces de la brujería antigua y la magia popular; es pragmática y no está interesada en preparar un complicado montaje para su culto y trabajo mágico. En cambio, lo que sí busca es reconocer la presencia de lo divino en todas las cosas, por más simples que sean.

Crédito de autor: Alanna Luna